Milan fracasó en Champions League y Santiago Gimenez no le dio la vuelta con un discurso; el mexicano clavó un gol a los 39 segundos y parecía el boleto a octavos de Il Diavolo, pero una tarjeta roja a Theo Hernández los condicionó y Julián Carranza los empujó al abismo: 1-2 global para el Feyenoord.
“No supimos solucionar lo que pasó y nada, sólo queda callar y seguir trabajando porque todavía queda la copa y la liga. La reacción es accionar, trabajar y, desde mañana, todos callados y trabaja; nada más seguir las instrucciones del staff, del cuerpo técnico y trabajar, no queda de otra”, apuntó Santi en frases para su equipo.
El palazo para Il Diavolo deberá pasar rápido, como el trago amargo que fue, ya que “sí, estábamos muy ilusionados al principio con el gol tempranero; estábamos jugando bien, teniendo ocasiones; fallamos un par de goles y bueno, esto es futbol y así es, no todo puede cambiar en un segundo, pero bueno”, continuó un Gimenez autocrítico.

Gimenez, quien cambió a los de Róterdam por los Rossoneri en el pasado mercato de enero, no celebró el gol y ofreció disculpas a la que fue su afición hasta hace un mes; además, su nueva grada lo apapachó cuando más lo necesitó: El coro del mexicano en San Siro fue unánime y, por lo pronto, en lo individual, cumplió con su labor; goles son amores.
Feyenoord olió sangre cuando el árbitro echó a Theo Hernández y el argentino Julián Carranza, quien ingresó al césped (64′), empató el partido de cabeza, en el primer remate a puerta de su equipo (73′), un tanto que aprovechó para hacer el gesto del silencio, ese que Santi Gimenez adoptó para mantener su andar en un histórico como el AC Milan, urgido de alegrías en lo que resta de la temporada.


