Gian Piero Gasperini, director técnico del Atalanta, confesó que un día antes de sentarse en el banquillo para guiar a su equipo en Valencia a cuartos de final de la UEFA Champions League, el pasado 10 de marzo, presentó síntomas de COVID-19 y temió por su vida.
“El día antes del partido en Valencia me sentía mal. La tarde del partido estaba aun peor. En el banquillo no tenía buena cara. Nunca me hicieron la prueba PCR, aunque el análisis serológico confirmó que tuve la enfermedad”, conversó para La Gazzetta dello Sport en donde describió que los síntomas fueron en aumento (fiebre alta, dolores musculares y pérdida del gusto).
En ese momento en Italia ya se habían detectado 10 mil 149 casos y 631 fallecidos.
A pesar de dicha situación, Gasperini viajó a territorio ibérico exponiendo a decenas de personas que se podrían ver afectadas por el contagio del virus.
El Atalanta se expresó sobre las palabras de Gasperini: “Se respetaron plenamente todos los protocolos de seguridad y el técnico nunca tuvo ni fiebre, ni problemas respiratorios antes del desplazamiento ni durante la permanencia en Valencia”.
Sin embargo, la llamada “la bomba biológica” se dio antes de dicho encuentro cuando los aficionados naranjeros vieron a Milán para presenciar el partido de ida en donde cayeron 4-1.