La boxeadora argelina Imane Khelif, campeona olímpica en París 2024, decidió llevar ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) el nuevo reglamento de World Boxing, el cual impone la obligación de realizar pruebas cromosómicas a las atletas que deseen competir en la categoría. La decisión marca un punto de inflexión en un debate que parecía superado, pero que resurgió con fuerza en disciplinas como el atletismo y la natación.
Una disputa que reabre viejas heridas
El TAS confirmó que recibió la apelación de Khelif, de 26 años, quien solicitó la anulación de la medida que le impidió participar en junio en el torneo de Eindhoven, primera competencia internacional bajo la nueva normativa; además, busca autorización para disputar el Mundial de Liverpool, que se desarrollará del 5 al 14 de septiembre, sin necesidad de someterse a ningún test de feminidad.
No obstante, el tribunal suizo no otorgó una medida cautelar, por lo que Khelif no podrá competir en Liverpool mientras se resuelve el caso. La audiencia aún no tiene fecha definida, pero la apelación representa el primer recurso judicial contra esta nueva política de verificación de sexo biológico en el deporte mundial.

En los Juegos Olímpicos de París 2024, Khelif fue blanco de críticas, ataques en redes sociales y una campaña de desinformación que cuestionaba su identidad de género. No fue la única: la boxeadora taiwanesa Lin Yu-ting también fue víctima de comentarios que la acusaban falsamente de “ser un hombre compitiendo contra mujeres”.
La campeona argelina ya había enfrentado obstáculos similares. La anterior instancia que regulaba el boxeo olímpico, la IBA, la acusó en 2023 de poseer cromosomas XY, motivo por el cual la excluyó del Mundial de aquel año. Hasta entonces, había competido en la categoría femenina sin objeciones formales.

El regreso de los test de cromosomas
Los test de feminidad, que buscan determinar el sexo biológico de las atletas, fueron utilizados entre 1968 y 1996 en los Juegos Olímpicos; sin embargo, fueron eliminados tras múltiples críticas de la comunidad científica, organizaciones médicas y de derechos humanos.
La nueva normativa de World Boxing retoma este modelo, estableciendo que solo las mujeres sin el gen SRY en el cromosoma Y —relacionado con el desarrollo masculino— pueden competir en la categoría femenina.
Esto excluye a deportistas transgénero y mujeres con diferencias en el desarrollo sexual (intersexualidad), aunque hayan nacido, crecido y vivido siempre como mujeres.
Según el genetista Andrew Sinclair, descubridor del gen SRY, reducir la identidad biológica a la fórmula “XY = hombre” es un enfoque simplista y científicamente incompleto, pues factores como las características gonádicas, hormonales y secundarias también deben ser considerados.

El COI y la presión internacional
La reactivación de los test de feminidad encendió las alarmas en el Comité Olímpico Internacional (COI). Su presidenta, Kirsty Coventry, anunció en junio la creación de un grupo de trabajo para analizar el acceso a la categoría femenina, con el objetivo de emitir directrices claras que eviten discriminación y brinden seguridad jurídica a las federaciones.

El caso de Imane Khelif va más allá de su carrera deportiva. Se trata de un conflicto que enfrenta a los derechos humanos, la ciencia médica y la regulación deportiva. Su apelación ante el TAS podría sentar un precedente crucial para definir cómo se manejarán en el futuro los límites de la categoría femenina.
Mientras tanto, Khelif continúa siendo reconocida como una de las grandes figuras del boxeo femenino, tras su oro olímpico en la división -66 kg en París 2024.



