La exposición mediática en redes sociales tiene múltiples aristas, y no siempre favorece a quienes se ven envueltos en ella. Esta semana, el Unión Molinense FC, club de la quinta división del futbol español, se convirtió en noticia no por sus resultados deportivos, sino por un acto de defensa institucional a uno de sus elementos: su utilero, Pedro García.
La entidad anunció la renovación del contrato de García por una temporada, destacando más de una década de entrega y pasión por el escudo. El comunicado fue acompañado por una fotografía en la que apareció con una gorra, larga barba y cabellera, una imagen que, lejos de pasar desapercibida, generó una reacción viral.
La publicación superó el millón de visualizaciones y acumuló decenas de miles de interacciones, muchas de ellas teñidas por comentarios ofensivos dirigidos a su apariencia; en medio de ese mar de reacciones, emergieron voces de respaldo tanto al club como al trabajador, denunciando los ataques y resaltando su profesionalismo y compromiso.
‘Hicieron viral a la persona indicada’: Molinense defiende a su utilero
Ante la magnitud de la situación, el Molinense reaccionó con un mensaje contundente en defensa de Pedro García: “Nuestro utilero se ha hecho viral, y lo habría sido aún más si supieran de su esfuerzo y dedicación. Denunciamos algunos comentarios desafortunados y agradecemos los numerosos mensajes de apoyo que recibió. Hicieron viral a la persona indicada”.
El respaldo del club no fue el único; a través de otra publicación, atribuida al propio Pedro García, el utilero también se dirigió a quienes le brindaron apoyo: “Muchísimas gracias a todos los que me mencionaron y por todos sus comentarios, de verdad”. Un mensaje breve, pero que evidenció el impacto emocional de lo vivido.
En medio del ruido digital, la postura del Unión Molinense destacó por su claridad y firmeza. En lugar de mantenerse al margen o minimizar el episodio, la institución eligió visibilizar a uno de sus trabajadores más fieles, reconociendo su labor diaria y condenando la discriminación por motivos estéticos.
Este caso también dejó en evidencia la facilidad con la que ciertas dinámicas en redes pueden escalar sin control, muchas veces afectando a personas ajenas a la esfera pública.
Pedro García, con su gorra, su barba y su entrega silenciosa, fue blanco de un juicio superficial, pero también objeto de un merecido reconocimiento.
Lo que comenzó como un anuncio de rutina se convirtió en una muestra de dignidad institucional, en la que un modesto club de la quinta categoría ibérica levantó la voz para recordar que la lealtad, el trabajo y el respeto no conocen de apariencias ni de algoritmos: sí hicieron viral a la persona correcta.




