Carlos Sainz y Max Verstappen debutaron juntos en la Fórmula 1 en 2015, bajo los colores de Toro Rosso, la escudería satélite de Red Bull (ahora RB Visa). Ambos fueron presentados como promesas de la nueva generación, y compartieron garaje en un año que terminó con 49 puntos para Verstappen y 18 para el español.
A pesar de la evidente superioridad del neerlandés en aquel momento, Sainz recuerda su etapa como compañero de equipo sin trauma ni frustración, algo que no todos han podido decir desde entonces. “Creo que todo el mundo lo está pasando muy mal siendo compañero de equipo de Max. Solo puedo decir que cuando lo fui, yo no lo pasé tan mal”, afirmó en el podcast High Performance.
Red Bull y la dificultad para encontrar al compañero ideal
En las últimas temporadas, Red Bull ha tenido problemas recurrentes para consolidar una dupla competitiva. Mientras Verstappen extrae el máximo rendimiento del monoplaza, sus compañeros no han logrado un rendimiento similar, una combinación de la que el mexicano Sergio ‘Checo’ Pérez sacó los mejores frutos deportivos, la última época exitosa de los Toros; incluso, con la denominación de los fans a la relación del tricolor y Max: El Chestappen.
Liam Lawson, en sus pocas apariciones, Yuki Tsunoda, aún en proceso de maduración, han mostrado limitaciones notorias al lado del tetracampeón del mundo.
Para Sainz, la clave de su fortaleza actual radica, en parte, en haber tenido que medirse a Verstappen desde el inicio: “Ese primer año juntos me dio la confianza de saber que puedo competir contra cualquiera. He sido compañero de Charles (Leclerc), Lando (Norris), Nico Hülkenberg, y ahora Alex Albon, que también es increíblemente rápido”.
Esa experiencia temprana, consideró el piloto madrileño, le curtió mentalmente y le permitió afrontar con mayor seguridad los desafíos posteriores en escuderías como Renault, McLaren y Ferrari.
La presión del ‘asiento envenenado’ de Red Bull
La falta de rendimiento estable en el segundo coche de Red Bull ha hecho que ese lugar sea considerado, en el paddock, como un 'asiento envenenado’. La presión constante por igualar a Verstappen, combinada con las expectativas del equipo, ha sepultado las opciones de más de un piloto prometedor.
Sainz cree que esa presión no debería ser un obstáculo, sino un estímulo: “Me dan ganas de competir contra los mejores, no me ha hecho decir: No, no quiero. Sé que puedo con ello y he tenido éxito en el pasado”.
Actualmente, el español atraviesa un proceso de adaptación complicado en Williams, donde el buen rendimiento de Alex Albon, y los problemas del monoplaza FW47, le han impedido brillar como se esperaba en sus primeras carreras con el equipo británico.
Verstappen, un talento evidente desde el primer día
Carlos Sainz no ocultó su admiración por su excompañero, y reconoció que, incluso en su año debut, ya era evidente el potencial único del neerlandés. “Me sorprendió muchísimo lo rápido que era. Probablemente se convertirá en uno de los mejores de la historia, si es que no lo es ya”.
Ese reconocimiento, sin matices, habla de un piloto que no solo conoció de cerca a Verstappen, sino que aprendió a convivir con su talento sin que ello supusiera un golpe a su autoestima deportiva.
Mientras la estabilidad interna de Red Bull se tambalea, tras el despido de Christian Horner, la estructura de Milton Keynes sigue buscando el perfil ideal para acompañar a su estrella. Las opciones más mencionadas en el corto plazo son Isack Hadjar, de gran desempeño con Racing Bulls, y el joven Arvid Lindblad, que avanza con paso firme en las categorías inferiores, y quien apuró la obtención de su súper licencia a sus 17 años.
