El Azcárraga que dudaba del estadio y las anécdotas del Azteca tres veces mundialista

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El Estadio Azteca será el primero en el mundo que reciba tres Mundiales. (Mexsport)

El inmueble que recibirá su tercer Mundial dentro de un año fue producto de la visión empresarial del abuelo del actual dueño de Televisa.

Eran fines de la década de los 50’s, el futbol apenas se volvía masivo, el Estadio Azteca todavía no existía y la empresa que entonces era Televisa no tenía en el panorama la explotación de este deporte.

Sin embargo, la asistencia desbordada a un torneo panamericano disputado en C.U. provocó que empresarios como Emilio Azcárraga Milmo, entonces jovensísimo, percibieran en el futbol un negocio con enorme futuro.

“Él no tuvo apoyo de su padre, se enfrascó en una aventura complicadísima, hubo quebrantos financieros, la obra del Estadio Azteca en algún momento se suspendió durante una temporada, creo que medio año, y se fue difiriendo la inauguración, pero finalmente así sucedió y fue la carta de presentación con la que México obtuvo el Mundial de Futbol de 1970”, cuenta Javier Ramírez Campuzano, hijo de Pedro Ramírez Vázquez, quien diseñó el estadio.

¿Por qué Azcárraga Vidaurreta no quería el estadio? Pues representaba una inversión monstruosa. Seguramente no era aficionado al futbol”.

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En ese momento, el negocio de Azcárraga Vidaurreta, padre de Emilio Azcárraga Milmo y abuelo de Emilio Azcárraga Jean, actual dueño de Televisa, el Azteca y el América, era la radio.

Para Azcárraga Vidaurreta el futbol no estaba en el imaginario, en el ámbito de las actividades ligadas a la televisión como él lo tenía. Y ya enfrascarse en la operación, en un estadio de esa magnitud, etcétera, pues resultaba muy problemático en su en su visión. Y ahí es donde hay que reconocer la enorme visión de Emilio Azcárraga (Milmo), porque él sí lo vio”, agrega Ramírez Campuzano.

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La construcción del Estadio Azteca, que se inauguró en 1966 y se prepara para su tercer Mundial. (Imágenes cortesía de Despacho Ramírez Vázquez)

‘¡¿QUÉ CARAJOS TE PASA?!’

Uno de los personajes clave en la construcción del estadio fue Luis Martínez del Campo, el arquitecto que se convirtió en residente de la obra y quien debió lidiar con el Azcárraga Milmo más fúrico.

“De vez en cuando caía al estadio Don Emilio (Azcárraga Milmo) y tenía una espía que iba y le contaba, para destacar, para justificar su presencia y tener protagonismo, unos chismes espantosos. Una vez, alarmado por esos chismes, se dejó venir Emilio Azcárraga directamente con su escolta, relata Martínez del Campo.

El descontento del empresario era por los terminados de un sector de las gradas, mismas que de cualquier modo ya estaba previsto demoler para reconstruir pues se acercaba la inauguración, finamente celebrada el 29 de mayo de 1966.

“Efectivamente estaba furioso el cuate este y me empezó a insultar, desde que me vio salir del vomitorio en las Graderías Altas, me empezó a insultar, pero fuerte. Me empecé a encender. Mientras más me acercaba, más me encendía, hasta que llegué frente a él y totalmente perdí el control. Le dije ‘¡¿qué carajos te pasa?!’, recordó.

Pese a ello, Martínez del Campo recuerda con agradecimiento que pocos años después Azcárraga Milmo lo nombró coordinador de todos los estadios del Mundial de 1970, el primero de los tres que tendrá el Azteca, pues el del 2026 está a un año de distancia.

DE AZCÁRRAGA A LOS FIERREROS

Así como Martínez del Campo convivía con Azcárraga, igualmente era cercano a los trabajadores de la obra, por lo que las anécdotas con albañiles y fierreros las guarda con cariño.

Así recuerda aliviado cuando se salvó de morir por una varilla que le cayó a un par de metros de distancia, precisamente al día siguiente de haber discutido con un maestro fierrero luego de un desayuno de “fritangas” en la obra negra del estadio.

“Al fierrero se le veían en los ojos los humos del alcohol del fin de semana, era San Lunes todavía, y sacó el ego y estaba platicando, y algún comentario hizo su pequeño ayudante, que el fierrero le metió un codazo para callarlo que por poco lo tira, a 15 metros de altura; lo mata si se hubiera caído el chamaco. Entonces puse al fierrero como campeón, le metí una regañada brutal”, rememoró.

Aunque aun le da el beneficio de la duda a aquel trabajador regañado y piensa que quizá el incidente no fue provocado, Martínez del Campo igualmente trae de la memoria a uno de los personajes que le daban color a la obra, un maestro para el armado de las estructuras denominado “Superman”.

Trabajaba sin ninguna protección a más de 50 metros de altura haciendo las trabes de amarre. Era el ídolo de toda la bendita raza ahí”, mencionó.

“Pero un día lo llamamos y le dijimos: ‘Bájale, ya vimos algunos intentos de seguidores tuyos porque eres su ídolo, pero bájale porque puede haber algún muerto, no tienen tus habilidades’, y a regañadientes ya se ponía su cinturón y seguía trabajando”.

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La construcción del Estadio Azteca, que se inauguró en 1966 y se prepara para su tercer Mundial. (Imágenes cortesía de Despacho Ramírez Vázquez)