La muerte de José “Pepe” Mujica, el expresidente más emblemático de Uruguay, marcó el cierre de una vida destacada por la lucha, la humildad y la coherencia, pero más allá del político admirado a nivel mundial por su discurso anticonsumista, su estilo de vida austero y su legado democrático, Mujica también fue un hombre de barrio, hincha del Club Atlético Cerro, el equipo que simbolizó sus raíces populares.
Mujica falleció a los 89 años, luego de una batalla contra el cáncer de esófago diagnosticado en mayo de 2024, que con el tiempo generó metástasis en el hígado. Su deceso fue confirmado por el actual presidente uruguayo, Yamandú Orsi, quien también pertenece al Frente Amplio, el movimiento político al que Mujica dedicó décadas de su vida.
Cerro: el club del barrio, la pasión de Pepe Mujica
Entre los múltiples aspectos que definieron la identidad de Pepe Mujica, su amor por el Club Atlético Cerro es un símbolo de fidelidad a sus orígenes. Cerro es un equipo histórico del barrio Villa del Cerro, en Montevideo, una zona obrera y popular que moldeó la infancia y juventud del exmandatario.
Mujica nunca fue un fanático futbolero, pero sí un simpatizante leal, que veía en Cerro una representación de los valores que defendió toda su vida: la lucha desde abajo, la dignidad del trabajador y el orgullo de lo marginado. En entrevistas, reconocía que ser de Cerro era mantenerse fiel a su clase social, a su historia, a los que no tienen voz pero nunca bajan los brazos.
En tiempos en que el futbol está dominado por las grandes potencias, Mujica encontraba en Cerro una forma de resistencia cultural y afectiva. No era solo un club, era parte de su identidad.
Incluso, Cerro no podía falta en el último adiós a su icónico y revolucionario hincha:
Pepe Mujica: Una vida de lucha y convicciones
Nacido el 20 de mayo de 1935, Pepe Mujica fue militante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, grupo guerrillero activo en los años 60 y 70. Pasó más de una década encarcelado durante la dictadura uruguaya, y tras recuperar la libertad, se reinventó como político democrático. Fue senador, ministro de Ganadería y finalmente presidente de Uruguay entre 2010 y 2015.
A nivel internacional, Mujica fue apodado “el presidente más pobre del mundo” por su estilo de vida austero, su salario donado y su famoso vocho celeste (Volkswagen sedán); sin embargo, en Uruguay, además de ser respetado por sus ideas y trayectoria, fue querido por su conexión con el pueblo, especialmente con los sectores más humildes.
Pepe Mujica: El legado de un hombre íntegro
Pese al cáncer, Mujica participó activamente en la campaña que llevó al Frente Amplio de nuevo al poder en noviembre de 2024. Luego del triunfo de Yamandú Orsi, dijo con serenidad: “Tiene algo de grato sabor, un poco como premio de despedida”.
Antes de morir, había declarado con crudeza pero sin miedo: “Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”.
En las calles de Montevideo, su figura es recordada con cariño y respeto. “Lo conocí, era buena gente, humilde y trabajador”, expresó Carlos Casal, jubilado de 71 años. Para Mary Orique, empleada pública, “fue tan inmenso que es una pérdida más bien física”.
Pepe Mujica: Un corazón que siempre latió por su gente
Pepe Mujica no solo fue presidente, guerrillero y símbolo de la izquierda: fue el vecino que nunca renegó de su barrio ni de su club. Hoy, Uruguay despidió a un líder, pero también a un hincha de Cerro, a un hombre que en lo profundo de su alma nunca dejó de ser pueblo.
Y así, como en las tribunas humildes del Tróccoli, su recuerdo vivirá entre los que luchan sin perder la esperanza.
Con información de agencias, AFP y FOX Sports Digital